La educación tiene un rol preponderante en el crecimiento económico. Si logramos cambios radicales para ubicarnos en niveles acordes con los países más desarrollados, podríamos contribuir sustancialmente al crecimiento futuro.
El crecimiento económico y una mejor educación son elementos fundamentales para disminuir la brecha de la desigualdad. Es por ello que la reforma educativa va en vías de mejora, hoy en día la tasa de estudiantes matriculados es elevada, si bien
la calidad de la educación es desigual y el acceso a los
mejores colegios se reserva sobre todo a las familias de
mayores ingresos. Se está reformando el sistema
educativo para generar mayores oportunidades para la
población económicamente más desfavorecida.
El mayor crecimiento económico de Chile debe complementarse con una reducción de
la desigualdad a fin de conseguir que estos aumentos sean más inclusivos. Aunque la pobreza
se ha reducido en gran medida, la desigualdad expresada por el coeficiente de Gini después de
impuestos y transferencias sigue siendo la más alta de la OCDE.
La educación y el desarrollo de competencias pueden desempeñar un papel
fundamental a la hora de reducir la desigualdad de ingresos y aumentar el crecimiento. La
incapacidad de los jóvenes que proceden de entornos socioeconómicos más vulnerables para
acceder a la educación superior y desarrollar su capital humano hace que la desigualdad de ingresos se perpetúe en el tiempo, restringiendo el crecimiento económico. En el largo plazo, la educación es uno de los factores que mayor efecto genera sobre el
crecimiento económico.
En Chile, a pesar de los avances significativos experimentados en las últimas décadas a
la hora de atraer un mayor número de estudiantes al sistema educativo, los resultados siguen
situándose por debajo de la mayoría de países de la OCDE. El estudiante
promedio chileno cuenta con un puntaje en PISA en áreas como lectura, matemáticas y
ciencias, muy inferior al del promedio de la OCDE, y obtiene uno de los puntajes más bajos de
la OCDE. Y la diferencia promedio de los resultados entre estudiantes de un nivel
socioeconómico más elevado y estudiantes de un nivel socioeconómico más bajo es también
muy superior a la del promedio de la OCDE. Chile dispone además de una proporción
significativa de jóvenes que no son capaces de alcanzar las competencias mínimas en los
exámenes de PISA (420 puntos en la escala de matemáticas de PISA), lo cual se asume que
representa las competencias básicas necesarias para participar de manera productiva en las
economías modernas.
Para lograr las competencias básicas universales, Chile podría beneficiarse de una
estrategia coherente e integral de desarrollo de competencias. Esta estrategia debe ponerse en
marcha centrándose en la educación de primera infancia, la cual es fundamental para abordar
las diferencias socioeconómicas. Las competencias adquiridas durante la educación de primera
infancia aporta valor muy importante, proporcionando una motivación que se retroalimenta
para seguir aprendiendo.
Andrea Tokman. (2004). Fuentes de información bibliográfica a través de "Educación y Crecimiento en Chile". Recuperado de: file:///C:/Users/Ong%20Decofam/Downloads/Educaci_n_y_crecimiento.pdf
OCDE (2015). Fuentes de información bibliográfica a través de "Estudios economicos dela OCDE Chile". Recuperado de: https://www.oecd.org/eco/surveys/Chile-2015-vision-general.pdf
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